El Colegio de Abogados se fundó el 27 de junio de 1840 por un grupo de abogados puertorriqueños, un abogado venezolano y un abogado dominicano, con el propósito de darle representación legal gratuita a los pobres, examinar la conducta de los abogados, así como defenderlos contraataques o acusaciones injustificadas.
Su primer Decano (Presidente) lo fue Don Juan Vicente de Goicochea. El primer acto oficial del Colegio fue el repartirse las causas de los pobres para representarlos gratuitamente (pro-bono público).
Tras el cambio de soberanía en 1898, el Colegio experimentó diversas transformaciones. Con la promulgación de la Ley 43-1932, se le otorgó el estatus de corporación cuasi pública. Este estatuto, en su Artículo 15, lo reconoció como el sucesor legal tanto de la Asociación de Abogados de Puerto Rico como de su antecesor, el antiguo Colegio de Abogados de Puerto Rico. Así, la trayectoria histórica del Colegio se extiende desde 1840 hasta la actualidad.
Evaluación de los planos para la construcción del Edificio Sede del Colegio (circa 1954-55)
Foto Histórica del Edificio Sede del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico (circa 2006)
Mediante la Ley Núm. 43, antes mencionada, se instituyó la obligación de colegiarse como requisito y condición previa al ejercicio de la profesión en Puerto Rico. Dicho requisito prevaleció hasta que, luego de retos litigiosos y vaivenes legislativos, el Tribunal Supremo de Puerto Rico determinó, en el caso Rivera Schatz vs. ELA 191DPR449 (2014), revocando decisiones suyas previas, que la colegiación compulsoria de profesionales o técnicos mediante disposición legislativa no es constitucionalmente válida. Esta decisión afecta a todas las profesiones u oficios colegiados del País.
No obstante, el Colegio ha continuado su labor en beneficio tanto de la abogacía como de la sociedad en general, manteniendo su sentido de pertenencia, con el respaldo de los y las integrantes voluntarios y de la sociedad civil en general.
Hoy podemos decir con orgullo que el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico sigue presente en la vida e historia de nuestro País, con la misma entrega y entusiasmo que históricamente lo ha caracterizado y aportando desde nuestra particular atalaya, al desarrollo de nuestra sociedad.