Alberto Medina Carrero, editor

Continúo con el subtema de la organización de la información y las ideas en la etapa previa a la redacción, pues es en ella en la que se dan unos problemas que se reflejan luego en el texto escrito.

Ocurre con frecuencia que, debido a la mucha información que se recopila y a la extensión y profundidad de su contenido, se pierde de vista la pertinencia y la relevancia de parte de ello. Sucede que en el proceso de búsqueda y lectura surgen datos e ideas muy interesantes que tientan a quien está en ese proceso a incluirlas, aunque no sean del todo cónsonas con el asunto del que se trata en el texto que se ha de elaborar. Por lo tanto, si no se tiene cuidado, se corre el riesgo de perderse en una digresión que a veces puede resultar extensa.

Lo que corresponde hacer en estos casos es tomar nota de toda esa información para luego revisarla a la luz de la idea principal del texto que se va a escribir. Por supuesto, esto supone que eso se tiene claro para evitar confusiones. En mi trabajo como editor me he encontrado en más de una ocasión con casos en que el autor se ha perdido tras otros temas secundarios, descuidando la atención debida a su tema central.

Para evitar perderse en esos otros temas hay que valerse de la «brújula» de un buen bosquejo en el que figuren claramente el tema que se ha de tratar y las ideas principales, con alguna que otra secundaria pero relacionada estrechamente con el tema central. Resulta arriesgado emprender el camino de la redacción sin que se tenga esa hoja de ruta, pues muy difícilmente se mantendrá en la senda correcta sin algún desvío que afecte el desarrollo del tema y, más importante aún, la comprensión del lector posteriormente.

En ese proceso de estructurar el pensamiento previo a redactar puede guiarnos lo lógico y lo cronológico, dependiendo del tema del que se trate. Pudiera darse el caso de que para que se entienda mejor lo expuesto o lo relatado deba darse un mayor énfasis a uno u a otro. Una narración de hechos extensa o complicada tendrá que hacerse teniendo en cuenta la posibilidad de que el lector tenga dificultad en seguir adecuadamente la trama, por así decirlo. Por lo tanto, habrá que considerar alguna alteración en el orden en el que deberán figurar los detalles en el texto.

Todo esto deberá tenerse en cuenta desde esta etapa previa  para evitar que, una vez iniciado el proceso de redacción, nos demos cuenta de que nos hace falta información o de que no tenemos una idea clara de dónde ubicar de la mejor manera parte de la información que tenemos,  resultando de ello un texto excesivamente largo, reiterativo o confuso.

Llegado a ese punto en la recopilación de información y su organización, convendrá preguntarse cuál es la relación de ese cúmulo de datos, información e ideas en relación con el tema que se ha de tratar y la importancia relativa entre ellas, para que ello dicte su ubicación en el texto, conforme al rango que tengan para su mejor exposición y la comprensión del lector.

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